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sexta-feira, 12 de julho de 2013

O mal-estar social não se psicanalisa

Cómo curar el malestar social es la pregunta que recorrió e
l discurso de Assoun en su paso por Buenos Aires.

Título original: "El malestar social no se psicoanaliza"

Para Paul Laurent-Assoun, el psicoanálisis puede trabajar el malestar social pero no busca la felicidad, sino que el paciente encuentre la verdad en su vida y así construya su bienestar. También sostiene que las terapias breves y la medicina se quedan sólo con el síntoma y que son superficiales.
HECTOR PAVON

Ante el malestar social, ¿cómo actúa el psicoanálisis, cómo enfrenta problemáticas que fueron objeto de análisis de las ciencias sociales y que ahora por fuerza de una angustia generalizada entran sin pedir permiso en su consultorio? El psicoanalista francés Paul Laurent Assoun estuvo en Buenos Aires discutiendo este cuestionamiento y lo hizo en particular en el seminario que dictó, junto al sociólogo Markos Zafiropoulos, en FLACSO titulado "Actualidad de las hipótesis del psicoanálisis en relación al malestar" y también en una conferencia que brindó en la Biblioteca Nacional.

Assoun es muy conocido en círculos freudianos locales y su último libro se titula El masoquismo. La "voluntad de sufrimiento", en tanto actitud individual, puede tener incidencia en el destino general de una sociedad, dice el psicoanalista. "Pienso de todos modos que cada país tiene una historia de sus traumas y que algo de eso se instala. Freud dice que los sujetos que pertenecen a pueblos con un pasado cargado de sufrimiento pueden padecer una modificación de carácter y que finalmente integran el sufrimiento a su realidad." La suma de esas almas sufridas no puede generar otra cosa que una sociedad que hace del sufrir una costumbre.

(En esta entrevista se cita entre paréntesis la palabra en francés utilizada por Assoun cada vez que se refiere a "malestar".)

- —¿Cómo se relaciona el psicoanálisis con el malestar social que hoy se percibe en forma global?
- —El malestar (malheur) está aquí. Es una realidad, no un elemento psicológico. Pero no se puede utilizar el psicoanálisis para psicologizar el malestar (malheur) social. El psicoanálisis interroga la relación entre los ideales de cultura, lo bello y el hecho de que haya sujetos excluidos de esos ideales, es decir: si una vida vale la pena ser vivida, eso también dice que los que sufren el malestar (malheur) social, están excluidos. Sufren, de hecho, el sentimiento de haber sido maltratados desde siempre por la sociedad. En el fondo, una vez más el psicoanálisis, sin relativizar lo real del malestar (malheur), se interesa en la posición subjetiva del sujeto.

- —¿Y cómo se preparan hoy los psicoanalistas para trabajar estas problemáticas sociales?
- —Hay que ver qué analistas... Algunos no tienen un interés inmediato en lo social y lo que falta es simplemente el contacto con el medio ambiente. Pero hay recursos en psicoanálisis para pensar lo colectivo. Hay que saber qué estatuto dar a lo social.

- —¿Y... de qué hablamos cuando hablamos de "lo social"?
- —Me gusta volver a una obra de Freud, pese a ser vieja, La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna, Freud la escribió en 1908 y aborda esa cuestión social a través del hecho de que hay sujetos neuróticos, que sufren mucho por el renunciamiento exigido por la cultura. Pero hay otros sujetos, de los que hablamos más directamente con el malestar (malheur) social, que tienen problemas por ser excluidos de la cultura. No es lo mismo. Algunos sujetos están atrapados en una dificultad, en un malestar (malheur) social tal que, por ejemplo, no pueden dar importancia a sus propios síntomas. Recordemos que Freud quería abrir clínicas para ayudar a sujetos que sufrían perturbaciones y no tenían los medios necesarios para pasar por una instancia analítica personal. Hay que subrayar que en ese tiempo la tuberculosis era una enfermedad colectiva y, en comparación, la neurosis representaba un costo social tan importante como el de la tuberculosis. Lo cual muestra que el psicoanálisis saca a la luz el revés inconsciente del malestar (maltre) social. A partir de ahí, podemos mostrar toda la diversidad de figuras que va desde el enfermo del deseo hasta el neurótico, al sujeto que encuentra de entrada desde la cuna, podríamos decir, el malestar (malheur) social. La cuestión es qué se puede hacer.

- —Y cuando aparecen nuevas problemáticas como las familias recompuestas, la fecundación en vitro, hogares homoparentales, clonación, ¿cómo las enfrentan los analistas de hoy?
- —Los psicoanalistas no estamos atornillados a un modelo antiguo en el plano social o científico sino que acompañamos este movimiento. No hay un partido psicoanalítico que defina una línea a seguir masivamente. Me parece que el análisis, por su posición desde la postura freudiana, crítica, es forzosamente un observador crítico de lo que pasa. Uno de los rasgos respecto de los cuales los psicoanalistas tienen algo para decir es que esa dimensión de la demanda es desconocida por la medicina científica. Hay un movimiento en la medicina que hace que todo se dirija más al síntoma, que se defina una tecnología que permite remediar el síntoma y el sujeto mismo es negado. Eso no implica un discurso que hable de tener en cuenta los intereses, la vivencia del paciente. Los analistas están en ese dispositivo, que consiste en humanizar los tratamientos, en hacer charlas de motivación previas en el momento de una decisión. Pero el psicoanálisis tiene un punto de vista más radical: tiene algo para decir sobre los modos de evolución de la cientificización del mundo, el psicoanálisis está del lado de la ciencia. Son evoluciones que hacen desaparecer al sujeto. Desde ese punto de vista, hay una toma de posición a favor del sujeto y se intenta demostrar que el discurso del médico puede convertirse en una nueva forma del discurso del amo: todo el mundo quiere tener buena salud y eso supone que el sujeto va a hacer desaparecer su vivencia del síntoma para ofrecerlo, por así decirlo, al dispositivo médico. Desde ese punto de vista, efectivamente, la medicalización de la existencia humana, se une a los daños que el psicoanálisis curó en un principio, o sea una negación de la neurosis. A los que estaban enfermos de su deseo se les imponían terapias extrañas o simplemente no eran atendidos. De todos modos, el progreso de la ciencia avanza sin el psicoanálisis pero reintroduce los derechos del sujeto.

- —¿Podemos decir que la felicidad es un objetivo que está en el final del camino del psicoanálisis?
- —La felicidad es un concepto que se emplea mucho en varias áreas. La humanidad quiere la felicidad, de eso no hay duda. Busca sin duda técnicas de felicidad, como dice Freud en El malestar en la cultura. El sujeto prefiere ser feliz antes que infeliz. Pero en el psicoanálisis se descubre que un sujeto puede querer su destrucción. ¿Por qué un sujeto se droga? Sin ahondar demasiado, podemos decir que no es feliz y que encuentra un reemplazo. Sí, pero en cierto modo, es un sujeto que no soporta estar vivo. Por lo tanto, toma drogas, venenos, para que la vida sea soportable. Lo social dice: no es razonable, las drogas son perjudiciales para la salud. Lo social habla así y se apoya en el médico. Pero así no comprende por qué un sujeto puede querer destruirse. Está esa dimensión según la cual el sujeto no quiere preservarse. Pregunta: ¿la felicidad es siempre compatible con el deseo? El deseo es siempre la falta de algo. No se puede decir que el psicoanálisis busque la felicidad del sujeto, pero cuando el sujeto aprende a vivir según su verdad, tiene muchas chances de ser feliz o de evitar el malestar (malheur) subjetivo. Pero no es una técnica de felicidad, sin embargo, hay muchas psicoterapias que sí aspiran a la felicidad, como un objetivo. Freud decía: "Los hombres no quieren ser felices pero eso no significa que el psicoanálisis aliente la tendencia al malestar". Al contrario, el psicoanálisis ofrece una posibilidad de vivir una vida mejor. Los proyectos sociales dicen que van a dar felicidad a la gente. Una vez más, esto es natural porque la lógica del colectivo no es la de la transferencia individual. El psicoanálisis se pregunta por qué hay un malestar (malaise) en la cultura que hace que la tendencia del hombre a la felicidad se vea tan contrariada.

- —Usted mencionó a las psicoterapias que prometen felicidad en forma despectiva, sin embargo hoy son muy aceptadas por personas de todas partes...
- —Puede parecer que se haya desarrollado la necesidad de curar rápidamente el síntoma. O sea, se identifica un sujeto a su síntoma y se lo confunde como tal. Un síntoma en psicoanálisis quiere decir algo. En las terapias breves se estima que hay algo que obstruye al sujeto, cosa que es cierto, y entonces se va a apuntar al síntoma que permitirá al sujeto librarse de él por medio de una técnica breve. ¿Por qué es breve? Breve porque es una técnica de sugestión mientras que el psicoanálisis rompió con la sugestión por la transferencia. Y es una técnica que tiende a desarrollarse a partir del síntoma sin comprender su significado. No quiere decir que sean inútiles pero si por ejemplo el sujeto hace una fobia y lo liberan de las manifestaciones de su fobia mediante un reaprendizaje adaptativo, no habrá comprendido la causa de ella. Entonces, podemos pensar que el síntoma se formará en otra parte. Las terapias breves evidentemente están en la atmósfera de la época porque permiten disminuir el costo social. Se hacen catálogos de síntomas sin ninguna teoría explicativa. Y éstos no son solamente signos del malestar (malaise) en psicopatología, sino también un signo de malestar (malaise) en la cultura.

- —Se suele criticar a algunos psicoanalistas lacanianos o kleinianos, por ejemplo, por los largos silencios en el consultorio ante sus pacientes. ¿De qué le puede servir este silencio a una personas que acaba de perder su empleo, por ejemplo?
- —El psicoanalista no tiene remedio para las causas económicas del malestar (malheur) social. Para eso está la política. Por el contrario, podemos explicar por qué un sujeto puede estar en una posición a partir de un conflicto subjetivo de no poder soportar más su posición de trabajo. O sea, a partir de una dificultad mayor a nivel de su identidad psico-sexual puede haber grandes problemas de trabajo. Se dice que a veces el que pierde un trabajo pierde todo, pierde a su mujer, pierde a su familia. Por ejemplo, el hecho de que un sujeto que se encuentra en un fracaso social, tiene una forma de sufrimiento psíquico; una forma de sufrimiento psíquico se agrega a ese malestar (malheur) social. Existe la posibilidad de acompañar a ese sujeto. Freud dice incluso que hay personas que están al borde de una ilusión pero son excluidas de la cultura. Están excluidos de los ideales de la cultura, se entiende perfectamente que no se sientan tentados de compartir los ideales de una minoría. La cuestión es en qué medida las transformaciones políticas dan una respuesta a esto. El psicoanálisis interviene para saber a qué corresponde y, digamos, evitar que el sujeto se meta en formas de mitificación. Podemos decir que hay sujetos que no tienen alternativa. Por ejemplo, que al no poder tener un goce, una vida válida hay quienes se resarcen de eso por una suerte de goce colectivo, remitiéndose a un jefe todopoderoso. El psicoanálisis obviamente va por el lado del sujeto en una concepción democrática. Ahora, cuando hay una dictadura, represión, ¿eso suspende el inconsciente? Podemos decir que sí, y que no. Suspende lo inconsciente porque el objetivo político es esencial, pero no, porque sino, ¿cómo se puede entender que el fascismo, como si fuera un gran padre, se haya apoderado de Europa si no se hacen diagnósticos sobre la crisis de la relación del sujeto con su padre? Pero eso, en parte, ya no es psicología, eso también le corresponde al campo de lo que podemos llamar "real", de lo político y social.


Fonte: Clarin.com

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